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La República Checa se constituyó en el año 1993. No solo es un país con una de las ciudades más bonitas del mundo, Praga, sino que también alberga las tierras históricas de Bohemia y Moravia, y la Silesia Checa.
Se trata de un país repleto de castillos y grandes mansiones que en su día fue la residencia de la élite más rica e influyente de Europa. Entre los monumentos más impresionantes se encuentra el Castillo de Karlštejn, que parece sacado de un cuento de hadas. La mejor forma de visitarlo es hacer un recorrido oficial; descubrir la increíble historia de este edificio especial resulta fascinante.
Aparte de historia, el país ofrece numerosas atracciones turísticas, desde museos y galerías, hasta restaurantes y excursiones a fábricas de cerveza. Y si le gusta más la uva que la cebada, en la bella región de Mikulov encontrará una gran cantidad de productores vitícolas, así como ciudades y poblaciones pintorescas.
Moverse en bicicleta es una excelente forma de explorar las ciudades más grandes de la República Checa, como Praga, y mientras recorra las calles adoquinadas tendrá la oportunidad de bajarse y tomar fuerzas en uno de los numerosos cafés.
Cuando aterrice en Praga, su destino en la República Checa, y aunque resulte tentador disfrutar de los encantos de la ciudad, será muy gratificante salir de ella y conocer la parte más rural del país. Cuando se encuentre con bellas poblaciones como Český Krumlov, es posible que sienta la necesidad de navegar en canoa por el río o ascender a las tentadoras colinas ondulantes.
Pero lo mejor que puede hacer en la República Checa, ya sea disfrutando de la ciudad o relajándose en el campo, es conocerla a su propio ritmo.